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Mostrando entradas de noviembre, 2012

First we take Manhattan, then we take Berlin

Rapto de Europa. Europa ya está mayor y no controla los esfínteres. Han pasado algunos milenios desde que la raptó Júpiter; cambiada, aumentada, violada, ¿reinventada?, arruinada... ¡Cuántas formas impersonales del verbo!  Los pastores bobos vigilaban cómo Europa se arranca las tetas para que el poet fusilado lo cantara. Vaca propiciatoria de ubres exhaustas desparramadas en la pira. Europa es madre descreída que ve a sus hijos dilapidar la herencia paterna,  campo yermo y agujereado por donde v agan los ponchos pardos y raídos, las túnicas con gravedad de excremento, los turbantes zumbados, los universitarios persas, los mercaderes de Shamarkanda, todo ello como único botín de pasadas veleidades coloniales. Europa es alfalfa para los semovientes brokers que juegan con ella especulando, tanteando, interviniendo, diezmando... Introducen su brazo hasta el hombr o por su vagina esteril para tantear si aún queda algún ovario que fecundar y así poder extraer en parto doloro

Escenas callejeras.

              En el barrio antiguo de una ciudad provinciana con pretensiones, Lulú y Mortimer, dos ejemplares del más puro pedigree callejero, observan curiosos qué pasa en la calle. Ha llegado un ford mustang metiendo ruido, pisando charcos, lagunas negras entre adoquines, formadas por el deshielo de glaciares celestes. Las vecinas, otras perras y otras gatas, detienen su colgadura de licra y nylon para atender a la zorra albina que desciende del coche y se planta en mitad de la acera gritando como una condenada el nombre de su macho. Camisetas de tirantes a punto de explotar, salpicadas por innumerables manchas, se asoman a la puerta del bar, el humo de los puros asciende hasta mezclarse con el olor del puchero, de la acelga y del suavizante. Lulú y Mortimer, pareja de hecho, derecho, cohecho y contrahecho conocen de vista a Lucy, la zorra albina que grita el nombre de su macho. -Puta loca, venir a estas horas a escandalizar el barrio. -Tranquilo Lulú, ¿no te acuerdas el ot