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First we take Manhattan, then we take Berlin


Rapto de Europa.

Europa ya está mayor y no controla los esfínteres. Han pasado algunos milenios desde que la raptó Júpiter; cambiada, aumentada, violada, ¿reinventada?, arruinada... ¡Cuántas formas impersonales del verbo! 
Los pastores bobos vigilaban cómo Europa se arranca las tetas para que el poet fusilado lo cantara. Vaca propiciatoria de ubres exhaustas desparramadas en la pira. Europa es madre descreída que ve a sus hijos dilapidar la herencia paterna,  campo yermo y agujereado por donde vagan los ponchos pardos y raídos, las túnicas con gravedad de excremento, los turbantes zumbados, los universitarios persas, los mercaderes de Shamarkanda, todo ello como único botín de pasadas veleidades coloniales. Europa es alfalfa para los semovientes brokers que juegan con ella especulando, tanteando, interviniendo, diezmando... Introducen su brazo hasta el hombro por su vagina esteril para tantear si aún queda algún ovario que fecundar y así poder extraer en parto doloroso otro paquete de acciones u otro producto financiero de duración limitada en proceso de ejecución, sin determinación de persona ni de número. La palabrería que empobrece y deprime sin remisión se oye en el ágora como ventosidades.
¡A las barricadas! Pensionistas con opciones preferentes, barbilampiños con pantalones de comando, orangutanes absortos con el humo del cigarillo que escapa entre sus dedos, prejubilados ociosos expedientados de una manera regular en su trabajo, universitarios que han dejado de serlo para convertirse en eufemismos del paro.
Desde la vega de Granada hasta Jerusalén un rumor de cabezas alienadas entona el kirieleison, piden perdón por su condena de veinte años de hastío
Todavía los autores pueden decir que nos condenaron a veinte años de hastío, pero no, hastiar es producir disgusto por una cosa pesada o empalagosa, aburrir, cansar. Esto no es tan llevadero, esto es una condena, una losa en nuestras vidas, esto afecta a la esperanza, a la ilusión, al orgullo, y entra de lleno en la humillación, en la alienación y el empobrecimiento para total gloria del corrupto y del politiquillo zafio.

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